La urticaria es una de las enfermedades de la piel que se observa con más frecuencia en consulta urgente de dermatología. La lesión típica de la urticaria es el habón o roncha. Es roja, algo elevada, fugaz y tiene tendencia a agruparse en placas grandes. Puede aparecer, desaparecer o cambiar de morfología en muy poco tiempo. El picor intenso que produce junto con su inicio explosivo ocasiona ansiedad en los pacientes que la sufren por primera vez.
Es necesario un estudio exhaustivo para descartar posibles desencadenantes alérgicos o infecciosos, además de controlar los síntomas, para descartar formas inducibles, ya que en el resto de las ocasiones son cuadros agudos que van desapareciendo en pocos días o semanas.
¿Qué es la urticaria y por qué se produce?
La urticaria es una enfermedad de la piel que se caracteriza por la aparición de picor y habones en cualquier localización de la piel. Se producen como respuesta de nuestro organismo frente a la toma de medicamentos, alimentos, infecciones, etc. A pesar de lo que se cree habitualmente, no todas las urticarias son el resultado de un proceso alérgico. En muchos pacientes, la aparición de estos habones se debe a la presión sobre la piel (dermografismo), el calor o la sudoración (urticaria colinérgica), frío (urticaria a frigore), o bien no se llega a conocer el factor desencadenante (urticaria idiopática).
Tipos y causas de la urticaria
Las urticarias pueden ser agudas o crónicas dependiendo de su duración, considerándose agudas a las que duran menos de 6 semanas y crónicas a las de más de 6 semanas. Estas últimas son relativamente frecuentes, pero, a pesar de su denominación crónica, suelen desaparecer también a lo largo del tiempo, en este caso años.
La causa principal de la urticaria aguda son las infecciones, en cambio las formas crónicas más frecuentes son las inducibles por factores físicos, como la presión sobre la piel, el frío, el calor o el agua.
El tratamiento de la urticaria es sintomático. Es importante identificar posibles desencadenantes de la misma y otras circunstancias o medicamentos que sin estar directamente implicados en su desarrollo pueden empeorar la enfermedad aumentando los síntomas y cronificando el cuadro.
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